Con una cita -por cierto un poco
extensa- abro hoy un planteamiento más geográfico que histórico, pero que ambos
van de la mano a la hora de tratar la geografía española como lugar donde se
desarrollan siglos de una rica historia enmarcada por el carácter de su
territorio. Finalizada la cita, pasaré a exponer algunas cuestiones
relacionadas con el soporte físico de nuestra Historia, para que sirvan como
punto de inicio a vuestras propias reflexiones.
“Una piel de toro extendida; una de las tres penínsulas meridionales de
Europa; un bloque peninsular de contorno cerrado y maciza apariencia; un
conjunto de altas tierras en las que mesetas y montañas dominan y señorean
algunas tierras bajas de llanura: soldado a Europa, pero remachada la soldadura
por una barrera montañosa en cuya crestería hay blancor de nieve; una península
en el extremo sudoeste de Europa, entre el Atlántico y el Mediterráneo,
finisterre europeo y puente tendido hacia el continente africano en el que sólo
ha fallado la dovela de un arco. He aquí algunos de los rasgos elementales que
integran nuestra representación geográfica de la Península. Añadamos aún la
diversidad y el contraste. Un continente en miniatura se ha repetido también.
Paisajes hay en España que más que a un mismo continente parecen pertenecer a
continentes distintos. El hayedo de Muniellos y el palmeral de Elche; los
arenales de Huelva y las rías gallegas; los Montes de Toledo y las Montañas
Cantábricas; el caserío vasco y el cortijo andaluz; Córdoba y Santiago, como
ejemplos escogidos entre la multiplicidad de imágenes que puedan suscitarse
como términos de una antítesis, ilustran esta idea.
De todos estos elementos está hecha la personalidad geográfica de
España, sin olvidar al hombre que en siglos de historia, de afanes y trabajos,
sueño y pensamiento, ha hecho del medio natural paisaje de cultura, animado y
nutrido de genialidad y savia espiritual.
De las tres penínsulas que forman la avanzada meridional de Europa, la
Ibérica es la configuración horizontal más robusta y maciza, a la vez que más
definida. Grecia queda absorbida por el Norte en la masa de la Península
Balcánica, a su vez entroncada anchamente en el continente, y se descompone en
un conjunto de penínsulas e islas. Italia es en parte continental y en parte
peninsular. Los Alpes y el valle del Po quedan estrechamente vinculados al
continente, mientras que la Italia peninsular se proyecta alargada y estrecha
como un ariete. La Ibérica es toda ella península más allá del último de los
istmos europeos.
Como península sudoccidental del continente europeo, España forma parte
de este continente; pero, a la vez, participa de la capacidad para cerrarse a
su comunicación, para aislarse o insularizarse.
Pero, además, nuestra península, que como uno de los dos signos de un
paréntesis cierra el Mediterráneo por el Oeste, es a la vez atlántica y
mediterránea, y la más próxima al continente africano, del que sólo la separan
12 kilómetros en el punto más angosto del canal que la clava de Hércules abrió
entre Europa y África. Circunstancias todas fecundas en consecuencias.
Entre dos continente y entre dos mares la Península Ibérica es una
encrucijada de caminos de mar y tierra. Por las depresiones del Pirineo,
salvando las aguas del Estrecho, una comunicación ha existido siempre con el
continente europeo de un lado y el africano de otro. Ya en tiempos antehistóricos
la Península mantuvo relación con ambos y de ambos recibió aportación de sangre
y cultura. Atravesando el Estrecho llegan a España los íberos; por el Pirineo
penetran los celtas. Durante el medievo la Península es campo de batalla en que
Europa y África. Cristiandad e Islam riñen batalla. La Iberia cristiana se une
estrechamente a la Cristiandad y los pasos pirenaicos conocen el trasiego de
los peregrinos de Compostela, en tanto que la España islamizada, el Andalus,
busca al otro lado del mar las energías con que frenar la avalancha
reconquistadora”.
Fuente: DE TERÁN, Manuel. “La
genialidad geográfica de la Península Ibérica”, en FLORISTAN SAMAMES,
Alfredo. España, País de contrastes
naturales. Ed Síntesis. Col.
Geografía de España, nº2. Madrid. 1988
El
soporte físico de nuestra Historia… la Península Ibérica.
El marco en el que se han
desarrollado y desarrollan su actividad los españoles es un conjunto de
caracteres o estímulos contrapuestos. Al aislamiento se oponen otros propicios
a la relación; a la unidad, los que se inclinan a la diversidad política.
Entre las distintas partes que
forman el conjunto existe además gran desequilibrio de desarrollo económico.
Los mismos grupos humanos que se han sucedido en ellas, lo han hecho más
acusado, y paralelo a éste desequilibrio, se produce otro, el del reparto de la
población.
Las dos contraposiciones
iniciales se manifiestan en cualquiera de los distintos elementos físicos. La
primera y más patente, es la situación del solar hispano. La segunda, en la
composición y morfología de éste mismo solar.
Si estas condiciones inciden
sobre el medio, transformando el paisaje vegetal y el régimen de los ríos,
orientará la red viaria y la trama de los asentamientos humanos.
Por eso, mi pregunta es ¿el medio
físico (relieve, clima, hidrografía, vegetación) “condiciona” o “determina” la
historia?. A pesar de las diversas opiniones, cada uno debe tener su propia
idea.
Lo que parece innegable es la
influencia del medio físico en la evolución histórica de la Península Ibérica
(de ahora en adelante P.Ib.):
- La posición de la P.Ib. entre dos continentes
(Europa y África) y entre dos grandes mares (el mar Mediterráneo y el
océano Atlántico) ha hecho que sea una tierra que sirve de encrucijada o
encuentro de pueblos (fenicios, griegos, cartagineses, celtas, romanos,
bárbaros, musulmanes, judíos, cristianos,…) Todos estos pueblos han dejado
a lo largo del tiempo sus aportaciones, a veces complementarias y a veces
contradictorias. Este carácter hace que la P.Ib. tenga una de las historias más ricas de
la tierra.
- Esta “encrucijada de gentes” ha pasado por
derroteros muy distintos: a veces se impone la convivencia y a veces el
enfrentamiento.
- La situación de la P.Ib. condiciona la situación de
España en la historia mundial:
§ cierta separación de Europa: ¿son los Pirineos los culpables?
§ relaciones intensas con África: colonización del norte de este continente ya desde tiempos de los Reyes Católicos.
§ vocación marinera mediterránea: pertenencia al Mare Nostrum de los romanos, conquistas de la corona de Aragón, lucha contra el Islam por la hegemonía mediterránea… sin olvidar las relaciones desde antiguo con los pueblos del Mediterráneo oriental.
§ vocación atlántica: descubrimiento de América y conquista-colonización de aquel continente durante la Edad Moderna.
- El relieve, muy quebrado, y el clima, muy variado,
potencian la diferenciación entre regiones, distintas formas de ser y de
pensar. Eso evidencia una tendencia histórica a la disgregación, que
siempre ha hecho difícil la unidad de España, en unión a la diferenciación
en reinos consecuente de la “Reconquista”.
- Preponderancia del litoral sobre el interior: el
clima y el fácil acceso han facilitado el desarrollo histórico y económico
del litoral frente a las tierras del interior, las dos mesetas, más frías
e inhóspitas, que siempre han caminado “por detrás”.
Por
otro lado, también parece clara la influencia del medio físico en la economía
de la P.Ib.:
- La dificultad del relieve hace que la superficie
cultivada sea escasa y que los rendimientos agrarios sean pobres
(envejecimiento de los suelos por la abundancia de pendientes, necesidad
de barbecho para reponer las tierras, etc.).
- El clima también condiciona la pobreza agraria de
la P.Ib.: cultivos en su mayor parte de secano, necesidad de obras
hidráulicas costosas para el regadío, etc.
- Todo ello ha favorecido una tendencia histórica
favorable a la ganadería (Mesta: ganado lanar de oveja merina y trashumancia)
en detrimento del desarrollo agrícola, unido todo ello a la preponderancia
del latifundio (gran propiedad
agraria) en el centro y sur de la P.Ib. y del minifundio (pequeña
propiedad de extensión tan reducida que dificulta su explotación) en el
norte.
- La riqueza minera de la P.Ib., explotada desde
antiguo por pueblos foráneos (cartagineses, fenicios, griegos, romanos…)
se debe al afloramiento del zócalo (entendiendo por tal, las llanuras o
mesetas formadas en la era primaria o paleozoico) o escudo arcaico (evolución
de la corteza terrestre por la que hubo un movimiento de placas y se
generó una estructura interna terrestre similar a la que conocemos hoy en
día).
- El gran desarrollo costero de la P.Ib. ha permitido
que la pesca sea una actividad económica muy importante, así como el
comercio: es indudable la importancia naviera de los puertos mediterráneos
de Barcelona, Valencia… así como de los puertos atlánticos que sirvieron
de puente entre América y Europa en la Edad Moderna, y por tanto de puente
entre la estructura feudal y la estructura capitalista.
- Sin embargo el comercio interior siempre ha
generado graves problemas de transporte y comunicación por la gran
dificultad del relieve. Ello ha hecho muy costosas las obras de ingeniería
para establecer una red viaria, que ya iniciaron los romanos con sus
calzadas y que después, muchos siglos más tarde, diseñaron casi
definitivamente los borbones.
Planteadas todas estas
cuestiones, vuelvo a formular mi planteamiento inicial: ¿el medio físico
“condiciona” o “determina” la historia en España?